La elección del segundo hogar de nuestros hijos es quizás una de las decisiones más trascendentes en la vida de toda familia, y ciertamente de todo niño. Luego de los “terribles dos años” llenos de aventuras, vivencias y aprendizajes, llega la arriesgada misión de encontrar la propuesta educativa que más se asemeje al proyecto familiar.
¿Proyecto familiar? Sí; verán, es el camino que se traza una familia (o que debería trazarse) cuando se forma. Incluye desde expectativas, objetivos y formas de pensar, hasta planes y creencias, tanto de la madre como del padre. Aquí es importante mencionar que no siempre se tiene claridad en lo que se espera lograr como familia; sin embargo, es sumamente importante entender que se necesita un plan para poder saber qué hacer y sobretodo, qué esperar en cada etapa de vida.
Pongámoslo de esta manera. Cuando pensamos en un colegio para nuestros hijos, es imprescindible tener claro el panorama sobre qué es lo que buscamos a nivel educativo. Y con base en ello algunas de las preguntas que debemos plantearnos antes de comenzar con esta travesía son las siguientes: ¿Nos interesan los conocimientos? ¿Las habilidades? ¿La formación religiosa? ¿Los deportes? ¿Los idiomas? Es, tal vez, una buena idea comenzar armando una lista de cotejo en la que incluyamos lo que esperamos de nuestros hijos al finalizar la escuela.
Teniendo claro lo que se espera de un colegio, es necesario considerar el punto más racional, el presupuesto. Es aquí donde se debe tener claro si se contempla tener más hijos, y cómo se reorganizará la economía para atender las necesidades de todos. Entendamos que elegir un colegio involucra pensar no solo en las pensiones de los largos trece años de clases, sino también en el estilo de vida que se deberá dar a los hijos, pues impactará en gran medida en su entorno social y cultural.
Luego de esta larga y quizás un tanto estresante lista de pasos, es momento de emprender búsqueda de aquellas instituciones que tengan un proyecto educativo que incluya los puntos vitales planteados entre papá y mamá. Es esta realmente la parte crucial del proceso, ya que mientras más parecidos sean el plan educativo y el familiar, mayor será la confianza que se deposite en la escuela.
Para ello, necesitamos más que un espacio bonito con jardines y piscina. Debemos entender que lo importante es conocer los verdaderos cimientos de la propuesta educativa. Con ello, me refiero a la misión y visión que predican, sus reglas, sus modos de ser y hacer, lo que esperan de sus alumnos y de ustedes como padres.
Pero vayamos más allá. Es verdad que “hay cosas que solo se enseñan en casa”, pero nada es casualidad, no se puede enseñar sin intención ni compromiso. Por ello, al encontrar un colegio adecuado para los hijos, también se encuentra un aliado para ayudar a los padres en la labor compartida de vida, que es la educación. Definitivamente, no es una tarea sencilla y pensemos de esta manera: todo lo que cuesta, vale la pena.
Alessandra Bonnett Berrocal
Psicóloga - psicoterapeuta
C.Ps.P. 30523
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