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Foto del escritorAlessandra Bonnett

Esa palabrita que resuena tanto y le decimos "estrés"

El término estrés ha sido utilizado desde hace muchísimos años. De hecho, suele ser usado de forma muy ligera entre los más jóvenes, lo cual termina confundiendo mucho sobre qué es lo que en esencia implica y todo lo que necesitamos hacer si es que nos enfrentamos a él.


Bajo la mirada de la Organización Mundial de la Salud, el estrés es considerado una epidemia mundial, pues constituye uno de los principales problemas de salud. Suena grave, pero ¿qué es exactamente? El estrés en sí es una respuesta fisiológica natural y propia de todos los seres humanos, la cual surge cada vez que percibimos a un estímulo como algo amenazante o retador. Específicamente, cuando interpretamos que aquello que nos pasa sobrepasa nuestras recursos para enfrentarlo.


Entonces, si es algo inherente a las personas, ¿por qué es perjudicial? La verdad es que el estrés no es algo dañino o perjudicial en sí mismo, pues tiene una función adaptativa. Es decir, nos ha ayudado a lo largo de todos los años que llevamos en el planeta a sobrevivir como especie y evolucionar. En ese sentido, los cambios fisiológicos que se producen internamente cuando encendemos las alarmas, nos permiten adaptarnos a la situación, ser conscientes de nuestros recursos, gestionarlos y poder responder de la mejor forma posible ante lo que estamos viviendo.


A pesar de ello, el estrés si que puede convertirse en un arma de doble filo. De hecho, cuando nos enfrentamos a estados de estrés crónico o permanente, es como si informamos a nuestro cerebro que estamos ante un desafío constante y que este deberá permanecer en estado de alerta sin detenerse. Entonces, es precisamente en este punto en el que el estrés se convierte en nuestro mayor enemigo.


Pero, ¿cómo actúa en nuestro cuerpo el estrés crónico? Lo primero que sucede es que en el cerebro se disparan los niveles de adrenalina y cortisol, generando picos que tienen un impacto perjudicial en el sistema inmunológico, el sistema digestivo y la presión arterial. Además de ello, afecta los procesos cognitivos esenciales para el desarrollo de nuestras actividades cotidianas, como lo son la atención, la memoria y el aprendizaje. Finalmente, el estrés genera un estado de activación constante que ocasiona problemas en el sueño, la alimentación y el desenvolvimiento social.


Definitivamente, no es un juego de niños. El estrés está presente en casi todas las actividades de la vida diaria, no podemos escapar de él. Lo que sí podemos aprender y desarrollar son las diferentes formas de gestionarlo para lograr usarlo como gasolina y no ahogarnos sin darnos cuenta.


Existen millones de formas de gestionar el estrés y cada uno será capaz de encontrar aquella estrategia que se le acomode mejor. Sin embargo, la investigación nos resumen algunas ideas importantes. En primer lugar, es necesario aprender a priorizar las tareas, elegir solo algunas cada día y enfocarse en las más importantes. Además de ello, se sabe que la práctica regular de actividad física genera un impacto significativo en la regulación de las hormonas asociadas al estrés, como el cortisol. Finalmente, saber decir que "no" y encontrar un equilibrio entre todas las áreas de la vida es la clave para sobrellevar cualquier momento estresante a lo largo del día.



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